viernes, 20 de mayo de 2016

UNA PIZCA DE POLVO

     Tenemos, el común de los mortales, una idea de nuestra presencia en el espacio magnificada por una soberbia mantenida a lo largo de los siglos que no tiene ninguna relación con una realidad cada vez más estudiada y confirmada por los círculos de estudiosos y científicos que, permanentemente, observan nuestro entorno.

     La llamada 'carrera espacial' a pesar de sus colosales dimensiones es apenas una ínfima partícula de una realidad cuyas dimensiones se nos escapan por mucho que queramos acercarnos a la realidad del espacio en que habitamos.

Para iniciar nuestro acercamiento a una realidad en la que nos encontramos inmersos, baste considerar que la Estación Espacial Internacional que tan lejana no parece, orbita a una distancia de apenas cuatrocientos kilómetros. Lo que nos parece una destacada lejanía es prácticamente nada cuando nos movemos en el complejo de las distancias interplanetarias. Las que se miden  en “años luz”. Esos que tan difíciles son de asimilar desde nuestras distancias habituales. Unas  medidas que cuando intentamos comprenderlas nos dejan, a los no expertos en ciencias del espacio, completamente indefensos ante unas cifras que desbordan, con mucho, nuestra pobre imaginación.

     Baste decir, para intentar aunque solo sea una grosera aproximación a la realidad, que la velocidad de la luz en el espacio es de unos 300.000 (trescientos mil) kilómetros por segundo, lo que significa que recorre la escalofriante cifra de 1.080.000.000 (mil ochenta millones) de kilómetros en una hora.

     Imaginemos ahora, los que sean expertos en el manejo de las matemáticas avanzadas, cuantos serían los kilómetros recorrido en un año para hacernos una idea, siquiera sea lejana, de la dimensión de un los años luz de los que hablamos con frecuencia.

     Unas cifras aproximadas del territorio en el que nos movemos vendrían dadas por la consideración de que el tiempo que tarda la luz en llegar desde la Luna a la Tierra es de SOLAMENTE 1,28 segundos.

Algo más tarde en llegarnos la luz desde el Sol a la Tierra que, en este caso viene a ser de 8,32 minutos aproximadamente.

     Distancias que empiezan a volverse incomprensibles cuando abandonamos nuestro sistema solar, que tan grade nos parece, para intentar comprender que desde la galaxia más cercana a la Tierra, si fuerazos capaces de viajar montados en un rayo de luz tardaríamos nada menos que 25 000 años.

     Magnitudes insignificantes si tenemos en cuenta que, de acuerdo con las observaciones más modernas, en el universo observado existen varios (no se sabe cuantos) miles de millones de estas galaxias entre las que nuestra Vía Láctea no es, ni con mucho, una de las más grandes y pobladas de estrellas, planetas y otros cuerpos celestes de todo tipo ya que atravesarla solo nos llevaría 100.000 (cien mil) años si pudiéramos viajar montador en un rayo de luz.

     Unas dimensiones tan imposibles de comprender  como que los cálculos más optimistas realizados por los expertos estudiosos del espacio en el que nos movemos afirman que para llegar desde la tierra hasta el límite del universo actualmente observable  y que puede ser infinitamente mayor, se requerirían la friolera de 46 500 millones de años.

     Casi ná’ que diría el castizo.

     ¡Y hemos llegado a creernos que éramos el centro de todo y que a nuestro alrededor bailaban los demás mirándonos con admiración¡

     Y, lo más descabellado todavía, es que son muchos los que se resisten a admitir que en cualquiera de esos miles de billones de cuerpos celestes puedan existir seres inteligentes con civilizaciones tan avanzadas que no somos capaces ni de imaginarlas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario